viernes, 9 de octubre de 2015

La familia maldita.


En un pueblo no muy grande vivía una familia bastante adinerada, eran cuatro: el padre, la madre, el pequeño Jorge y su perro Toby. Su casa estaba a las afueras, cerca de un bosque donde el niño salía a jugar con su perro muy a menudo ya que tenía sólo seis años y estaba en plena edad para eso. Una tarde Jorge fue hacia los columpios que había al lado de un árbol al que llamaban “el árbol de las almas rotas”, acompañado de su mascota como siempre. El niño tarareaba una canción un tanto siniestra, decía:

En un oscuro árbol del bosque,
Yo venía a jugar
Alegre como siempre,
Aunque esto bien no iba a acabar.

No paraba de repetir aquella sintonía una y otra vez, cada ves más fuerte y más deprisa. ¡Parecía que estuviera invocando a las almas que seguían atadas a ese árbol, con el tono que utilizaba! Pero de repente paró, se bajó del columpio y se fue corriendo hacia su casa.
Al día siguiente su padre se tenía que ir a trabajar, era el director de la empresa de zapatos más importante de Europa. El caso es que el señor al despedirse de su hijo notó algo extraño en él, sintió un frío que le congelaba hasta el último dedo del pie, y algo raro por la nuca. Jorge tenía una palidez poco común y la mirada perdida, solo decía palabras sueltas, como “miedo”, “muerte”, “dolor”… El padre se asustó y fue deprisa a buscar a su esposa, y cuando regresaron al salón los dos, el niño tenía en brazos a Toby degollado. Ambos se asustaron, no principalmente por el estado del perro si no por la cara demoníaca que tenía el niño. Pero su rostro normal regresó a los pocos segundos, y empezó a llorar desconsoladamente cuando se percató de que su perro estaba muerto entre sus brazos.
Enterraron a Toby sin más importancia esa noche lluviosa de Abril. Guardaron un pequeño baúl al lado de él donde se encontraba el juguete favorito de Jorge; lo hicieron por petición suya ya que el niño le tenía un especial cariño al animal.
Era un poco tarde y la familia se fue a dormir, el pequeño de la casa seguía triste pero no tardó mucho en dormirse. Los padres cuando se tumbaron se empezaron a preguntar si fue Jorge quien cometió esa atrocidad o es que hay alguien rondando por allí que se dedica a hacer eso, no tenían ni idea de cual era la opción correcta ya que el niño se negaba a comentar lo que ocurrió.
Hacia las tres de la mañana Jorge se levantó de la cama de repente, con los ojos muy abiertos y decidido salió fuera de la casa. Su madre escuchó el portazo y se asustó, fue a la habitación del niño para ver si estaba bien pero para su sorpresa, Jorge no estaba allí. Decía su nombre repetidas veces pero nadie contestaba, entonces decidió salir fuera a ver que pasaba.
Tampoco había nadie. Se empezó a preocupar de verdad porque su hijo no aparecía por ningún lado. Pensó que podría estar en los columpios donde acostumbraba ir a jugar; empezó a adentrarse al bosque cada vez más asustada, pues era plenamente de noche y existía un ambiente un tanto inquietante.
La mujer llegó al destino y vio que allí solo estaba ese viejo columpio balanceándose sigilosamente por la brisa del viento, ni rastro de su hijo. Volvió a su casa intranquila con el pensamiento de que Jorge hubiera regresado o de pedirle ayuda a su marido. Pasó al cuarto del niño y en efecto, estaba allí durmiendo como un angelito. La cara de asombro de la madre fue inmediata, pero no le dio demasiada importancia a lo sucedido.
A la mañana siguiente el padre mientras desayunaba se dio cuenta de que el peluche que hacía unas horas habían enterrado junto al perro, estaba encima de la mesa. Se lo mostró a su mujer y ella le contó lo que pasó de madrugada.
Se preguntaban que qué estaba pasando pero no sabían como responder aquella pregunta.
Varias semanas pasaron sin sucesos macabros. Hasta aquel lunes.
La madre apareció muerta en la cama, con un cuchillo clavado por la zona del pecho y llena de sangre a su alrededor. Fue su marido quien la encontró así, y con un ataque de ira se abalanzó sobre Jorge para intentar ahogarle, pensando que él era el culpable de todo. El niño le suplicaba que parase y así fue, el padre se calmó y se sentó en el suelo desesperado. Se dio cuenta de que así no conseguía nada, ¿cómo iba a matar el pequeño Jorge a su preciosa madre? Aunque la muerte del perro, los sonambulismos, el peluche y ahora esto…, algo allí no pintaba bien.

Jorge seguía pasando las tardes en aquel columpio, junto aquel árbol maldito; cantando esa canción y comportándose de manera poco común.
El padre no podía más, se sentía culpable y solo. No estaba preparado para esta situación y decidió hacer algo de carácter cobarde y miserable: se ahorcó en el árbol de las almas caídas.
El niño al ver que su padre no volvía a pesar de que estuviera anocheciendo, fue otra vez más a aquel columpio a jugar. Vio a lo lejos un cuerpo colgado de una cuerda, balanceándose al ritmo del viento. Cuando se acercó se dio cuenta inmediatamente de que era su querido padre.

Escuchó a alguien acercarse detrás de él, aplaudiendo.
¡Era su difunta madre! ¿Cómo era posible?, ¿no estaba muerta?
Pues al parecer no, la mujer estaba mas viva que nunca. Le contó a Jorge como lo había hecho todo: intentó hacer que su comportamiento fuera más raro de lo normal, dándole tipos de arsénico que provocaban decir cosas extrañas, y muchos otros efectos que resultaban muy convincentes para su plan. Fue ella quien degolló a Toby, quien desenterró el peluche, quien hizo creer a todos que había muerto, y quien provocó el suicidio de su marido. Pero su macabra idea no acababa ahí. Antes tenía que matar al niño, ahora sin testigos.
Se sacó el cuchillo que llevaba escondido sobre la falda y lo apuñaló.
Y aquí terminó la terrible historia de aquella dichosa familia o… ¿tal vez no?


4 comentarios:

  1. Muy buena historia Aarón es entretenida y perturbadora.
    Sinceramente el final yo creo que es la mejor parte, me dejaste con intriga.
    Buen Trabajo.

    ResponderEliminar
  2. Muy impactante, me gustó. Se nota que te has esforzado, un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Muy impactante, me gustó. Se nota que te has esforzado, un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias Andrés y Germán por vuestros comentarios.

    ResponderEliminar